Fuente: La Razón
Los restos fueron hallados en el cementerio situado en el recinto medieval de Zorita de los Canes (Guadalajara) y han sido datados entre los siglos XII y XV, una época de continuas tensiones religiosas y políticas en la Península Ibérica. Los cadáveres muestran marcas de heridas violentas, algunas mortales, que pudieron ser provocadas por puñaladas profundas y objetos contundentes en el cráneo y las zonas pélvicas.
El análisis de los restos femeninos sugiere que, casi con toda probabilidad, la mujer encontró la muerte en batalla, como los monjes, ya que los huesos no presentan signos de haber vuelto a regenerarse alrededor de las heridas. Los monjes guerreros pertenecían a la Orden militar de Calatrava, fundada en España en 1158, una institución similar a los Caballeros Templarios. Tenían como función la protección de Calatrava la Vieja, una ciudad fronteriza y escenario corriente de disputas entre cristianos y musulmanes.
Imagen: Ayuntamiento de Zorita de los Canes